Carencias de nutrientes en verano: Identificación y soluciones
7/4/20253 min read
¿Por qué en verano es fácil tener carencias nutricionales (y cómo evitarlas)?
El verano, con sus días largos, altas temperaturas y ritmos de vida cambiantes, invita a la distracción: vacaciones, eventos sociales o paseos al aire libre. Sin embargo, estos desequilibrios pueden derivar en déficits de nutrientes que pasan inadvertidos y merman nuestro rendimiento, estado de ánimo y salud general. En este artículo te explicamos por qué ocurren esas carencias en la época estival y, sobre todo, te ofrecemos soluciones prácticas para mantener un aporte óptimo de vitaminas y minerales.
1. Factores que favorecen las carencias en verano
Menor apetito y comidas ligeras
El calor reduce el deseo de platos copiosos: optamos por ensaladas, helados o bebidas refrescantes. Aunque apetecibles, estos alimentos suelen aportar calorías “vacías” y escasos micronutrientes (vitaminas y minerales).
Pérdida de minerales por sudoración
Al sudar más eliminamos sodio, potasio, magnesio y otros electrolitos que, de no reponerse, pueden causar calambres, fatiga y desequilibrios del ritmo cardíaco.
Cambios de rutina y viajes
Vacaciones y salidas alteran horarios: se come fuera de casa, con menús menos equilibrados y porciones que no cubren nuestras necesidades diarias de fibra, vitamina C o ácidos grasos esenciales.
Exposición solar y síntesis de vitamina D
Aunque la radiación UV permite fabricar vitamina D, el uso de protección solar y la búsqueda de sombra disminuyen la síntesis. Esto, unido a menos tiempo al aire libre, reduce nuestros niveles de esta vitamina clave.
Hidratación insuficiente
Beber refrescos o bebidas alcohólicas en lugar de agua pura compromete la absorción de nutrientes y agrava la deshidratación, afectando el transporte de vitaminas hidrosolubles y minerales.
2. Nutrientes críticos en verano y sus funciones
Nutriente Función principal Síntomas de déficit Magnesio
Regulación de la función muscular y nerviosa Calambres musculares, espasmos e irritabilidad
Potasio Equilibrio de líquidos y mantenimiento del ritmo cardíaco Debilidad, fatiga y arritmias
Vitamina C Antioxidante y síntesis de colágeno Fatiga, piel frágil y cicatrización lenta
Vitaminas B Metabolismo energético y salud del sistema nervioso Cansancio crónico, ansiedad y sensación de bajo tono
Zinc Refuerzo del sistema inmune y cicatrización Infecciones recurrentes y pérdida de apetito
Vitamina D Salud ósea e inmunidad Dolor óseo, debilidad muscular y mayor susceptibilidad a infecciones
Agua Termorregulación y transporte de nutrientes Dolor de cabeza, piel reseca y mareos por deshidratación
3. Estrategias dietéticas para cubrir tus necesidades
Incorpora alimentos de temporada
Sandía, melón y melocotón: ricos en agua, potasio y antioxidantes.
Espinacas y acelgas: aportan magnesio, hierro y vitamina K.
Tomate y pimiento: excelente fuente de licopeno y vitamina A.
Hidrátate inteligentemente
Bebe agua a sorbos frecuentes, incluso sin tener sed.
Prepara agua isotónica casera: agua, una pizca de sal marina, zumo de limón y una cucharadita de miel.
Evita refrescos azucarados y limita el alcohol; alterna cada copa con un vaso de agua.
Planifica comidas equilibradas
Desayunos: yogur natural con frutas y un puñado de frutos secos.
Comidas: proteína magra (pescado, pollo o legumbres) + verduras frescas + carbohidrato complejo (quinoa, batata).
Cenas: sopas frías (gazpacho) reforzadas con aguacate o semillas de chía; tortillas de verduras.
Micronutrientes en cada bocado
Semillas y frutos secos: almendras, nueces, pipas de calabaza.
Pescados grasos: salmón, caballa (fuentes de omega-3 y vitamina D).
Legumbres: garbanzos y lentejas, para hierro y folatos.
4. Suplementación responsable
¿Cuándo considerar suplementos?
Deportistas o personas con sudoración excesiva.
Dietas muy restrictivas o vegetarianas estrictas.
Síntomas persistentes de fatiga, calambres o infecciones frecuentes.
Suplementos recomendados
Magnesio oral (óxido, citrato o malato): ayuda a prevenir calambres.
Complejo de vitaminas B y C: refuerza el metabolismo energético y el sistema inmune.
Vitamina D₃: si la exposición solar es escasa o con pantallas de protección.
Zinc: en modelos de respuesta inmune baja o tras infecciones.
Importante: selecciona laboratorios de prestigio y ajusta las dosis a tus necesidades, siempre bajo supervisión profesional.
5. Consejos prácticos para el día a día
Lleva siempre una botella de agua y marca tu consumo diario en el móvil.
Prepara cubitos de hielo con hierbas (menta, albahaca) o trozos de fruta.
Mastica despacio para mejorar la digestión y la absorción de nutrientes.
Haz cinco comidas al día, incluyendo fruta o verdura en cada una.
Atiende las señales de tu cuerpo: calambres, cansancio o mareos pueden ser alarmas nutricionales.
6. Conclusión
El verano no está reñido con una nutrición óptima. Con ajustes sencillos —apostando por alimentos frescos, coloridos y ricos en micronutrientes, una hidratación adecuada y, en caso necesario, suplementación bien orientada— podemos evitar carencias y disfrutar de la temporada con energía y salud. Recuerda que cada organismo es único: si detectas síntomas persistentes, consulta a tu dietista-nutricionista para un plan individualizado y seguro. ¡Disfruta del verano con vitalidad y bienestar!
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